jueves, 26 de noviembre de 2015

EL MIEDO ES UN INSTINTO



Nos escondemos de las inocencias,
de nuestras propias ocurrencias,
y pensamos.

Todo lo analizamos 
de manera portentosa
y decidimos en clave
de nuestro instinto.

Sin atender las razones
ni los sentidos comunes
ni los deseos
y tampoco las pasiones.

Quizá sea el miedo. El puto miedo.
El que te paró los pies 
antes de hablar con ella.
El que no te dejó posar los pies
en ese avión.
El que decidió colarse
en contra de tu decisión.
El que te dijo que la apuesta
era baja para la inmersión.
Para invertirte los besos
de los sábados en el sillón.

Y ahí está.
Muerto por dentro y sin estrenar.
Y aquí estoy.
Muerta de miedo y sin apostar.

Uno más uno 
son el doble de inseguridades,
pero también existe la posibilidad
de hacernos el doble de fuertes
ante las adversidades.

El instinto animal 
nos come lento por dentro.
Si cogemos ese tren
venceremos nuestros miedos.

Corre.


                          Cristina H. López


sábado, 24 de octubre de 2015

CARTA ABIERTA A MIS OJERAS



No son pocas horas de sueño,
son muchos sueños encima.
Contaré el secreto.

Estas ojeras oscuras
me acompañan desde el uso de razón
para vivir sin razonarlas.

Media vida tratando de ocultarlas
por si me roban los sueños
que han creado sus entrañas.

Y esta noche he descubierto
la razón que las guardaba
y las llenaba de marrón.

Cuanto más intensas sean
tus ojeras en color
más sueños tendrán por dentro.

Se tiñen del sentimiento
que promueve los deseos
antes y después de dormir.

Y también se sueña despierto
y también se tiñen de alientos
de amores por descubrir.

De salvar princesas
comprar planetas
y ejércitos por dirigir.

Las ojeras son cajones
de reserva, por si el alma
navega con carga llena.

Las ojeras son guardianas
del deseo de cumplir
lo que el corazón espera.

Mírame ahora, color oscuro,
sueños que tiñen
bajo mis ojos la estela.


                        Cristina H. López

martes, 20 de octubre de 2015

NO ESPERAR Y TIRARTE DEL TREN


Hablaron de partidas ganadas
de cincuenta citas
de romper corazones 
y veranos en Ibiza.

De todo su éxito,
lo bien que le iba,
lo alto que llegaban
sus pies al saltar.

Todo lo demás
eran pájaros
volando
sobre azoteas extrañas.

Todo lo demás
eran crímenes
sin intención 
de resolver.

Todo lo demás
era invierno
con niebla
y a oscuras.

Todo lo demás
eran ciegos
bailando a la luz
de la luna.

Su vida era otra,
su interior un roto
más grande que el descocido
de sus vaqueros rojos.

Nadie.
Su mirada se perdía
y buscaba sin éxito
escondites que abrigaran.

Era la niña con suerte
y talento
que bailaba entre cartones
cuando nadie la miraba.

Se esperaba
lo mejor de ella
y lo mejor
era esperar...

Nadie.
Llevaba años esperando
pero no aparecía
ni él, ni nadie.

Esperar tiene muchos sentidos.
Esperar-desesperar.
Esperar-hacer.
Esperar-dañar.

De ella esperaban
la luna
pero su espalda
ya no la soportaba.

Ella esperaba
pero todos pasaban
y la miraban
como la figura que era.

La perfección
que le habían
inventado 
era errónea.

Y ella empezaba
a creerse
que era eso,
una estatua.

Para qué esperar
si nadie la esperaba.
Cambió de vagón
y saltó por detrás.

Era la niña perfecta,
sólo que en los raíles
la vida es más corta
porque los trenes no esperan...


                           Cristina H. López.

martes, 13 de octubre de 2015

PIENSO, LUEGO VIVO



De hoy no paso.
Pienso ir
y arrugarte las mejillas
y llenarte los lunares.

Pienso
comerte las heridas
y sanarte hasta los huesos.
¿O era al revés?

Pienso
dejar de pensar
y dejarme llevar
lentamente hasta tu cuello.

Pienso
marearte a besos
llevarte a Los Alpes
sin necesidad de vuelo.

Pienso
escalarte
y ponerme en la cima
para gritar tu nombre.

Pienso
morderte
muy lento, muy fuerte
que notes que existo.

Que duela vivirlo
que quieras sentirlo.
Pienso bailar esta noche
sin zapatos en tu ombligo.

Y dolerá
pero querrás vivirlo
porque sólo lo que duele
te recuerda que estás vivo.


                         Cristina H. López


lunes, 5 de octubre de 2015

IMPACIENTE, ESPERA



Soy paciencia.

Me llaman madre de la ciencia
pero nunca fui madre de nada.
Solo soy refugiada de la guerra
entre la mente y el alma.

Soy la que interrumpe los primeros besos
y ata despacio los nudos de las corbatas,
soy la que te enseña a leer y a ser ordenada
y sabe que si no es hoy, será mañana.

Soy la mejor amiga de la esperanza
mi aliada preferida
que se cuela entre las rejas
y deja entrever por detrás de la cortina.

Estoy hecha para relaciones largas
y recetas complicadas.
No de las que se descongelan en microondas
Sí de las que a fuego lento se preparan.

De ir despacio
con buena letra
que no es buena caligrafía
sino tener la mente puesta.

Que me lías
entre líneas
y me enamoras
y se me olvida quién soy.

Solo suelo ser un nombre
tan común y femenino
como las niñas de apellidos
Fernández, López y Cruz.

Soy paciencia,
encantada.
Te ayudaré cuando quieras
pero con calma.

Siempre voy con ella,
se me cuela en la mochila,
me enseña las constelaciones
y no me deja andar deprisa.

Es bueno andar conmigo
para conservar la vida
pero me han contado que existe
un mundo que no es de cristal.

Que la paciencia es bonita
para conocer amores
pero el éxito de haber vivido
reside en riesgos mayores.


                          -Cristina H. López-

martes, 29 de septiembre de 2015

EL CHICO DE DELANTE


(Ir en Titsa no sólo aburre. A veces da inspiración).

El chico de delante
ha revisado su reflejo
unas diecinueve veces
y sigue estando ahí.

No tiene cara de asombro
frente a la misma imagen de siempre
y no deja de sorprenderse
de lo lento que va todo.

Revisa la arruga de su camiseta
y no se extraña.
Alguna mancha en los pantalones
lo mismo de siempre.

Va tan desaliñado
que da vértigo mirarle
por si su forma es el reflejo
de todo lo que le sucede.

Pone caras diferentes
pero sigue siendo el mismo,
el que deja de mirar el paisaje
para encontrarse en el abismo.

Se vuelve a mirar
y ya van veinte.
Nada ha cambiado 
a pesar de los intentos.

Con peso del remordimiento
cambia de postura
y le sonríe al reflejo
pero no lo convence.

No se ha vestido para nadie
más que para sí mismo
y no se gusta,
no se pone.

Se regala esa cara
de querer terminar la cita
pero el contrato está delante
y no lo puede romper.

Aparta la vista ahora,
no le interesa lo que diga
cuando observa su mirada
desde la primera fila.

Y se asusta
de lo injusta que es la vida
porque sólo en un reflejo
toda su vida palpita.

Se larga por la puerta
y su reflejo ya no existe.
Para mí ha acabado todo
pero a él siempre le persigue.

El chico de delante
tiene veinte versos en la mano
y aunque su reflejo ya no es mío
siento recordarlo a ratos.


                             Cristina H. López


jueves, 24 de septiembre de 2015

NUESTRA GENERACIÓN AÚN NO TIENE NOMBRE, PERO CASI


Somos curiosos por naturaleza
guerreros azules
de sangre caliente
y alopecia en las lenguas.

Somos nativos de las vacunas
que no nos curaron del todo
pero nos hicieron inmunes
a cualquier tipo de falsedad.

Nacimos antes que la lucha
y después de la guerra
en una transición de lenguaje
que no nos dio ninguna tregua.

Una generación de antología
que se muere por brillar
a quienes se empeñan en quitar
la luz propia que les guía.

Somos nietos de los rojos,
de los que mataron a los rojos,
de los que huyeron siendo rojos
y no se rindieron por perder.

No tenemos sangre azul
pero tampoco nos gustaría
porque la lucha exige el valor
que el azul nunca tendría.

Somos esa generación
que tiene enciclopedias en el mueble
móviles en el bolsillo
y enciende la lucha en las redes.

Pero aunque la pantalla
hoy ocupe nuestros días
algunos seguimos siendo
creyentes de la compañía.

No hay nada como los bares
para gobernar el mundo
dictar las leyes
y frenar reyes sin perder rumbo.

Somos esa multitud
que por fin le pone nombre
al amor de los amores
sin género ni razones.

De personas con personas
y respeto antes que leyes.
De entender que ya no importa
Ser homo, multi, bi o hete.

Que nos quitamos los nombres
y los tiramos por la borda.
Ahora se ama con más ganas
sin cinta aislante en la boca.

Resucitados nos convertimos
en otros seres andantes
que tienen sed de revolución
con palabras por delante.

Victoria a los elegidos.
Unión a la nueva fuerza.
No se asusten abuelos,
volveremos de la guerra.

Con un libro bajo el brazo
y con las gargantas secas
de gritar versos de poetas
que escribieron antes de luchar.


                               Cristina H. López.